domingo, 31 de mayo de 2009

"No Vales Una Bala" por Antonio de Saavedra

Plaquette de Michael Jiménez


Josué Barrón, Michael jiménez y Antonio de Saavedra
el día de la presentación


La poesía una vez más nos convoca para este secreto jolgorio, del que disfrutamos los degustadores de la palabra profunda, de la claridad de sus colores. Quienes ya han saldado placeres con el arte poética sabrán que solo nos queda entregarnos a sus húmedas fauces, a su intenso magma. A quienes no... Bienvenidos, abróchense los cinturones...

No hace mucho, gracias a la oleada actual de la tecnología en la que nos encontramos, conocí a Michael Alberto por medio de los blogs de poesía. Simplemente un día apareció un seguidor más de mi modesto blog de poemas y comenzó un diálogo que se ha mantenido a través de e-mails, comentarios y de ocasionales encuentros en los centros poéticos de nuestra ciudad. Sorpresas te da esta hermosa vida. Más aun cuando me enteré hace + o - un mes de la publicación de su plaqueta de poemas "No Vales Una Bala" (gracias a la editorial Zignos). Sobre él y la poesía de Michael quisiera darles mis impresiones a continuación.

Encanta y sobrecoge en primer término este modo limpio y fresco de hablar de su intimidad, de una ruptura sentimental al parecer reciente. Sin muchas metáforas, sin las complicaciones ocasionales de la poesía contemporánea (‘neobarroco’ diría mi amigo el poeta Roger Santiváñez) Jiménez describe una ausencia que merodea sus rumbos, su habitación, sus lecturas. En el primer poema describe a una paloma, imagen que representa al alma deseosa de libertad, y aunque no vuelve a mencionar a esta ave en los demás poemas, su blancura es la que nos acompaña en las páginas subsiguientes.

Sorprendente también esa concreción de frases entrelazadas con palabras sencillas, habituales entre nosotros, las que permiten una lectura ciertamente grata. Su poesía está hecha con un lenguaje silencioso, como un susurro que rebota en las paredes del alma. También en algunos pasajes se siente un tono de acusación ante las inclemencias de la soledad. La habilidad del joven Michael radica en enaltecer ese tema, el cual está totalmente expresado en el estremecedor título de la plaqueta. Se renuncia a la posibilidad de la muerte con el pensamiento positivo de que todo será mejor mañana, así sea esa próxima jornada agotadora, deprimente, suicida.

En cuanto al aspecto técnico de esta publicación, tal vez sea inesperado la alteración del sentido occidental en que leemos pues, como se sabe, en el hemisferio opuesto todas las publicaciones se leen como la plaqueta de Michael. Eso es darle –lo digo en plan de buena onda- la contra (¿contracultura?) a lo que representa nuestra forma de pensar. Ir a contracorriente en este mundo es hacer poesía, estar en poesía. Otra cosa que llama la atención (y sin duda certero punto de inflexión) son las citas a “El Salmón” Andrés Calamaro, cuyas singulares letras no podrían ser más acertadas a los tópicos solitarios y distantes que Jiménez toca en sus poemas.

Siendo yo lector de poesía desde muy temprano a principios de los 90’s, no puedo dejar de emocionarme por estos textos brillantes, por esta plaqueta que es el primer escalón rumbo al vórtice peligroso y oscuro de la poesía, un camino al que le faltará mucha luz pero que no carecerá del esplendor que dan estos versos. Existe una tradición en la historia de la poesía peruana en la que los libros breves inaugurales presagian un beneplácito cosechado con el devenir de los años. Algunos de ellos son El Morador (1944) de Javier Sologuren, Poemas (1958) de Carlos Germán Belli, El Río (1960) de Javier Heraud, Espejismos Del Alba (1978) de Alfonso Cisneros Cox, Prueba De Galera (1985) de Rossella Di Paolo, Cansancio (1995) de Paolo De Lima, y La Muerte Del Hombre Amarillo (2004) de Paul Guillén, entre muchos otros más. No Vales Una Bala y su autor no están lejos de tocar esas radiantes estrellas.

Antonio De Saavedra

* Este texto fue leído el día 09 de marzo durante la presentación de la plaquette “ No Vales Una Bala” en el distrito de Villa El Salvador en el inicio de ciclo de “Poesía en el Sur”.

Fuente:
http://angelesdelpapel.blogspot.com/

Bio – Bibliografía

Antonio De Saavedra
(Lima, Sept. 1974) Estudió Literatura en la UNMSM. Formó los grupos poéticos Ensueño Indescifrable (1993) y Mammalia (1994). Fundó el Grupo Neosurrealista (1995-1999). Fue director de la Revista Neosurrealista (1995-1996) y de la hoja de poesía Nadja (1999). En traducciones ha publicado en revistas versiones de César Moro, Allen Ginsberg, Benjamin Péret, y otros. En libro publicó su versión de La Unión Libre / Xenófilos de André Breton (1997). Ha publicado las plaquettes Guarismos (1994), Airones (1995), y Canto En El Fuego (1997), y el libro de poemas Laguna De Electricidad (1998). Actualmente dirige su blogs: http://antoniodesaavedra.blogspot.com/

Ciclo de conferencias: "Tras las huellas de Poe" en el Británico el lunes 08, 15 y 22 de junio


viernes, 29 de mayo de 2009

Festival Cultural en Cañete los días: 29, 30 y 31 de mayo

Festival Cultural en Cañete

El Movimiento Integración Cultural Cañetana, la Municipalidad Distrital de Imperial, con el apoyo del Grupo de Literatura "Anábasis", llevarán a cabo la SEGUNDA ETAPA DEL FESTIVAL CULTURAL "EN LOS EXTRAMUROS DEL MUNDO" los días 29, 30 y 31 de Mayo 2009 en La Plaza de Armas de Imperial - Cañete, con motivo del Centenario de la creación política del Distrito de Imperial. Habrá lectura de poemas, música y otras cosas más.

Somos Cañete, muchachos.

lunes, 25 de mayo de 2009

Unos versos entrañables del Tayta Leoncio Bueno

Leoncio Bueno
"Escribo, canto, clamo y proclamo,
pero aún no suena
mi escuálido quirquincho".


El poeta Iván Yauri me envía -vía email- algunos versos del gran vate, proletario y peruano, Leoncio Bueno.
Así mismo me envía el blogs personal del autor de “Rebuzno Propio”: http://poeticainsurgencia.blogspot.com/

Sucesivamente me dice: "Tayta Leoncio Bueno me lanza versos entrañables".

Soy cazador amante de mis sueños,
no aspiro a tener nada en este mundo.
No me importa andar solo, estar desnudo
y que todas las puertas se me cierren.

Ya estoy viendo en las rocas de la noche
los ojos de la luna al fin del túnel.
Es sólo por mi néctar consecuente
que llego ya al fin de esta batalla.

(Munaycha, papacho…
Leoncio a los 89 de su cuarta juventud. Leoncio mi hermano, el inmortal).

Bio – Bibliografía

Leoncio Bueno (Perú, Búlmaro - 1921) Ha publicado los libros: “Al pie del yunque” (1966); al que seguirán “Pastor de truenos” (1968), “Invasión poderosa” (1970), “Rebuzno propio” (1976) y “La guerra de los runas” (1980). Obtuvo menciones honoríficas en el Premio Nacional de Poesía (1973) y en el Premio Casa de las Américas (1975). Reside actualmente (marzo 2007) en el barrio popular de Tablada de Turín, sur de Lima, donde confecciona sus libros artesanalmente: unos catorce títulos que aguardan edición.

Benedetti por César Hildebrandt

Mario Benedetti

No escribí a tiempo sobre Benedetti porque no me parecía pertinente hablar con regateos de alguien tan célebre, tan justamente reconocido y tan llorado por sus fieles lectores. Pero me han preguntado por el correo electrónico y por teléfono por qué no he escrito sobre Benedetti, así que debo de ser sincero y admitir, a posteriori, que Mario Benedetti siempre me pareció —aparte de una gran persona, un luchador social ejemplar, un exiliado a carta cabal, un escritor prolífico y variado, un hombre de gran sensibilidad social— un poeta menor de dulces melodías, un compositor de poesía recitable, un trovador “que se tenía que querer”.

No estuve entre sus admiradores extremos porque muchas veces vi, detrás de sus endecasílabos frecuentes, la salida fácil y hasta previsible, el panfleto lírico, la tristeza editorial y el discurrir de un río de palabras que no discriminaba la maleza.

Dice Luis García Montero, con toda la razón del mundo, que uno de los aportes fundamentales de Benedetti fue desacralizar la imagen del poeta —ese hechicero de la oscuridad— y convertir sus textos en espacios públicos.

Añadiría, modestamente, que esos espacios públicos podían ser, por concurridos y exitosos, paseos peatonales, granjas colectivas del amor y el desamor, alamedas del extrañamiento.

Previniendo por dónde podía venir el toro, García Montero, confeso admirador de Benedetti, señala: “Es verdad que hay mala poesía nacida de la simplicidad, pero en los desvanes contemporáneos ocupa más lugar la quincallería de las rupturas llamativas, los experimentalismos y los sacerdotes de la élite”.

Eso es cierto. La gente amaba más a Benedetti después de leer a uno de esos poetas en clave de martirio, a uno de esos abortos de la palabra que están convencidos de hacer cocina francesa, plagada de salsas tendenciosas, cuando lo que hacen es chanfainita de petulancia y caucau de nada. Pero, eso sí: escriben en chino mandarín sin traducir y entonces vienen los críticos cursis y nos dicen que detrás de esa niebla tóxica está la casa de la poesía.

O sea que si no te entienden eres regio y si te asomas a la inteligibilidad corres el peligro de ser un pobre diablo. Y eso, decretado por otro pobre diablo con autoridad, puede ser fatal.

Algo de eso pasó con Benedetti, que fue un poeta diurno en épocas donde estaba de moda proferir naderías góticas y hacerse el interesante para atraer a los cándidos.

Por eso tuvo tan enormes audiencias y por eso sus libros parecieron muchas veces, por el número de ejemplares vendidos, novelas de autores industriales.

Y, sin embargo, este Benedetti entrañable que fue siempre de izquierdas, que eludió como dribleador charrúa a la dictadura de Bordaberry, este hombre sencillo y a ratos malhumorado tiene en su pasivo, desde mi perspectiva, el defecto de haber escrito demasiado, de haberlo hecho en voz muy alta y de haber bailado el tango apache de las asonancias.Benedetti era tan musical que daba ganas de silbarlo y de eso se dieron cuenta muy bien el Viglietti y el Serrat, que le pusieron partitura a lo que estaba cantado.

Si la poesía también consiste, como acaba de decir García Montero, en abrir las ventanas para que entre aire limpio y en escribir para que no te olviden al pie de la letra, entonces Benedetti es, como dicen muchos, una cumbre de la literatura en español.

Si la poesía es golpe vitamínico, vigilia que no se permite tregua, refranero del corazón, entonces Benedetti es palabra mayor.

Pero si la poesía es lo que queda después de castigar cada palabra, lo que se agita después del naufragio, la cadena arrastrada sin saberlo, el ayuntamiento que no imaginabas, la sabiduría sin referentes callejeros o geográficos, entonces conservo mis dudas sobre este muerto ilustre y admirable.

20/05/2009

Fuente:
Diario
La Pr1mera”.

domingo, 24 de mayo de 2009

Muestra poética de "Poesía en el Sur" por José Luis Ayala

Primera publicación de los chicos de "Poesía en el Sur"

El hecho de que aparezca una antología y se refiera a una Muestra Poética de Lima Sur, de facto es un libro exclusivo y excluyente.
Están antologados solo los poetas que viven en esa parte de Lima. Según los responsables, se trata de una selección: “Variopinta, entremezclada, chola, como el Perú mismo. Poemas militantes, cantos a la naturaleza, poesía profundamente light, intimista, poesía que tiene que ver con todo lo demás. Poetas de menos de 20 años y de los que pasan los 70 años”. Sin embargo, significa el deseo de llamar la atención a la crítica, aunque suponen que no serán escuchados por la tradición académica y el poder mediático. Hay poemas escritos por trabajadores que no tienen mayores preocupaciones de orden estético, debido a que la vida les exige trabajar para sobrevivir en un mundo adverso. Leer a los poetas de Lima Sur es afirmar que tienen un sentimiento de marginación y desencanto.

22/05/2009

Fuente:
Diario "La Primera"

sábado, 23 de mayo de 2009

"Cantar de Helena y otras muertes" por Jorge Goodridge La Rosa


Libro de cuentos

"Cantar de Helena y otras muertes"
Fernando Carrasco

Desde el inicio de la lectura de este volumen, se advierte la presencia de en realidad dos libros dentro de él. No sólo hablamos de dos secciones separadas por un artificio tipográfico. Son dos unidades organizadas claramente en función a temas y referentes. El mismo autor lo ha reconocido en más de una conversación con él sobre su texto. La primera, que no se identifica a través de un subtítulo y que incluye el cuento homónimo, y la sección subtitulada “Tres cuentos rockoleros”.

En el primer caso, encontramos que los relatos presentan una diversidad de tonos, referentes, in-tensiones, ambientes, estilos, alusiones que dotan de variedad al libro y que manifiesta la riqueza creativa de Fernando Carrasco. Esta es una cualidad muy estimable. Sobre todo en un tiempo en el que vemos a muchos autores consagrados en nuestro medio que manifiestan una reiteración de temas y recursos expresivos que no se condice con el apego que la crítica “oficial” les muestra. Hay cuentos, como se suele decir, para todos los gustos: el mundo clásico se hace presente con “Cantar de Helena”, por ejemplo. Un universo aparentemente tan distinto a este como el mundo nocturno de los sectores populares se encuentra en “Una cicatriz rencorosa”. Quien guste de cuentos centrados en el lenguaje y “con clave” encontrará un motivo de deleite en “Misteriosa confianza”. Incluso encontramos textos más subjetivos, expresionistas y prácticamente carentes de anécdota, como “Retorno a las cavernas”. Quisiera detenerme para comentar “Cantar de Helena” porque me parece que revela otra cualidad importante de la narrativa de Carrasco: esa capacidad de “despersonalización” que Hugo Friedrich señala como rasgo esencial de la lírica moderna, y que creo yo que no se reduce simplemente a lo que llamamos poesía. Digo “despersonalización” porque en dicho relato el narrador construye un narrador capaz de identificarse de manera convincente con una mujer y de manifestar una perspectiva femenina, ¡de Helena de Troya además! No solo eso, este narrador adopta un lenguaje coherente con el tono, el ritmo y el léxico que asociamos con las obras clásicas que nuestro recuerdo vincula con este personaje, la Iliada, por ejemplo. Se demuestra una capacidad de mimetización propia de los buenos narradores.

Estos cuentos se vinculan por tener como eje la muerte física (como lo anuncia el título). Esta unidad se logra a pesar de la citada diversidad. La tensión dialéctica entre contrarios presente potencia la carga significativa del libro y le da diferentes modulaciones a los relatos.

El otro grupo de cuentos presenta mayor uniformidad temática y de ambientación. Son textos que establecen un diálogo con el mundo de la cantina, con sus personajes, sus situaciones y, sobre todo, con sus pasiones. La cantina como ámbito confesional donde el hombre ventila y ritualiza alrededor de unas cervezas el sufrimiento amoroso. Donde se cuestiona y autoafirma a la vez el machismo masculino. Cuentos “arrabaleros” “cantineros”, como el de los boleros, tangos y valses populares. Justamente el primero, “En el juego de la vida” tiene el título de un bolero muy conocido, mientras que los otros dos (“Nocturno de tangos y tangas” y “Una sombra de odio”) presentan sendos epígrafes de un tango y un bolero popular. Destacan en todos ellos la capacidad de figurar ese mundo a través del lenguaje, como en “Nocturno de tango y tangas” a través del personaje argentino Ernesto y su interlocutor.

Aunque los textos mencionados no aluden a la muerte física y sus referentes establecen un vínculo mucho más directo con la experiencia del mundo cotidiano, están muy vinculados con los relatos del primer grupo, pues expresan la vivencia de un momento trascendente, límite, donde el personaje se reencuentra con el pasado y en una especie de epifanía encuentra la revelación del cumplimiento de un destino. Es la experiencia de la muerte, pero en un sentido espiritual y de conocimiento.

Otra virtud importante en estos relatos es el lenguaje sencillo y a la vez terso, rico en matices, pulido, aun en los cuentos con una ambientación y anécdota más “truculentas”. Las lecturas de Ribeyro, Loayza, Buendía y otros notables narradores “estilistas” son manifiestas. Su lenguaje, en suma, tiende en todo momento a lo poético sin caer en el exceso ni en la afectación a la que son dados muchos autores noveles.

Finalmente, destacaremos que el logro de esta unidad de los diferentes cuentos a través de su diversidad cumple con creces el requisito que se suele exigir a toda colección bien elaborada de relatos, y habla muy bien de la dotes narrativas de Fernando Carrasco, máxime si consideramos que esa capacidad de armonización suele manifestarse en autores con mucho mayor recorrido y edad. Fernando Carrasco entra oficialmente con este volumen, y por la puerta grande, en la nómina de los jóvenes narradores peruanos.

Fernando Carrasco Nuñez

"Cantar de Helena y otras muertes"
Lima: Editorial Limapop, 2006.

*Este texto se publicó en la Revista Ínsula Barataria, Nº 6, 2006.

jueves, 21 de mayo de 2009

Conferencia: sujetos líricos y voces poemáticas. Hacia una teoría de la enunciación en poesía.

Susana Reisz de Rivarola

Conferencia a cargo de
SUSANA REISZ

Poetas, sujetos líricos y voces poemáticas.
"Hacia una teoría de la enunciación en poesía".

Jueves 21 de mayo de 2009, 6pm

Unidad de Posgrado (UNMSM):
Av Salaverry 1114, Jesús María (Ex Casa Graña)

miércoles, 20 de mayo de 2009

Las púas de Charly por José Luis Ayala

Cuentos de Martínez.

Pocas veces las palabras de presentación de un libro que pertenece a un joven escritor, coinciden entre la calidad del texto y los juicios que suscribe el prologuista. En este caso la situación es diferente debido a que, efectivamente, Charly Martínez Toledo tiene los atributos narrativos que señala Miguel Ildefonso. El libro de cuentos, titulado "Las púas y otros cuentos", de hecho indican las lecturas de Martínez debido a sus estudios extrauniversitarios de literatura. Pero quizá lo más importante sea el universo cotidiano que describe, los personajes reales a quienes recrea en un mundo en el que el desencanto social los aniquila. Sin embargo, bien podríamos decir que las historias imaginadas llenas de tragedias humanas pertenecen a toda sociedad como la nuestra. Pero, ¿por qué Charly Martínez Toledo le habrá puesto ese título a su libro? Habrá que preguntárselo a él. No obstante, la lectura es muy placentera.

20/05/2009

Fuente:
http://www.diariolaprimeraperu.com/

lunes, 18 de mayo de 2009

Murió Benedetti, la esencia de la poesía

Foto: AFP
"Cuando me entierren por favor / no se olviden de mi bolígrafo".

El adiós a un ilustre creador / Falleció a los 88 años, en Montevideo.

Murió Benedetti, la esencia de la poesía

Identificado con el compromiso social, su obra literaria trascendió al mundo; escribió más de 80 libros y cultivó todos los géneros.

Reconocido en todo el mundo por la sencillez de sus textos y la profundidad de su pensamiento, prolífico en varios géneros, uruguayo pero universal, Mario Benedetti falleció ayer, a los 88 años, en Montevideo, tras una prolongada enfermedad.

A lo largo de su intensa y fecunda producción literaria, construyó una obra poética y narrativa que logró una audiencia masiva y se continuó en canciones populares, en el cine y en los mensajes de amor y de resistencia de varias generaciones.

Su militancia política derivó en la experiencia del exilio, que marcó su vida y su literatura, tanto como su historia de amor con Luz López Alegre, que falleció en 2006 tras 60 años de vida juntos y le dejó una tristeza profunda que ya no lo abandonaría.

Identificado con su país y entrañablemente reconocido en los países vecinos y en el mundo, Benedetti fue uno de los escritores uruguayos que gozaron de mayor popularidad, y muchos lo ubican por encima de sus compatriotas y amigos Juan Carlos Onetti y Eduardo Galeano.

Autor de más de 80 novelas, ensayos, libros de cuentos y de poesías, fue traducido a más de 20 idiomas, pero logró vivir de su arte sólo 20 años después de haber publicado su primer libro. Su popularidad, alimentada por una poesía y una prosa sobre temas universales, en un tono de complicidad con el lector, le valió una fama de multitudes y varios premios internacionales.

En sus novelas, exploró como pocos las profundidades de la naturaleza humana y retrató con singulares trazos a la clase media, al tiempo que no disimuló su compromiso político con los movimientos de izquierda.

En 1971, fue uno de los fundadores del Movimiento de Independientes 26 de Marzo, el aparato político del grupo guerrillero Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, que integraría más tarde el Frente Amplio, hoy en el gobierno. Mantuvo siempre su adhesión a Fidel Castro.

Benedetti fue varias veces candidato al Premio Cervantes de Literatura en los últimos años, por lo que entró ya en el Olimpo de los reconocidos escritores que nunca obtuvieron el galardón. Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti y Tania Libertad, entre otros, hicieron música con sus poesías y multiplicaron al infinito la difusión de "Te quiero", "Por qué cantamos", "Una mujer desnuda y en lo oscuro", "Defender la alegría" y "El Sur también existe".

La intensa actividad de conferencias, homenajes y viajes de sus últimos años, según decía, le sacaba su preciado tiempo para escribir. Varias veces debió suspender esos compromisos por problemas de salud: desde los 25 años, Benedetti padecía asma, una condición que lo llevó varias veces al hospital en los últimos tiempos.

Infancia difícil

Se llamaba Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti y había nacido el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay, en una familia de origen italiano, de padre químico y enólogo, y madre que no había terminado la escuela primaria. Vivió una infancia y adolescencia marcadas por las dificultades económicas, las mudanzas y la escolaridad irregular, que incluyó el paso por un severo colegio alemán. A los cuatro años, la familia se trasladó a Montevideo, la ciudad de la que Benedetti nunca dejó de escribir, aunque viviera en otros países.

A los 14 años empezó a trabajar vendiendo repuestos para automóviles y luego fue taquígrafo, vendedor de libros y de alfombras, empleado público, durante cinco años, y de una inmobiliaria, durante 15 años.

Su vida estuvo vinculada con Buenos Aires en varias oportunidades. Entre 1938 y 1941, vivió en esta ciudad, donde trabajaba como taquígrafo en una editorial y en cuya plaza San Martín, donde iba regularmente a leer, decidió ser escritor. Su primer libro de poemas fue La víspera indeleble , publicado en 1945.

De regreso a Montevideo, empezó su carrera periodística. Dirigió la revista Marginalia ; participó en Número -publicación clave de la llamada "generación del 45", y entre 1954 y 1960 ocupó tres veces la dirección literaria de Marcha , el semanario más influyente de la vida política y cultural del Uruguay, clausurado en 1974.

Poemas de la oficina (1956) marcó su primer impacto público en la poesía uruguaya y dio inicio a la creciente difusión de su obra. Comenzó, entonces, a dar forma a lo que sería su marca: su forma sencilla, coloquial, directa; su sabor inequívocamente montevideano, pero, a la vez, sus temáticas universales; su búsqueda de complicidad con el lector. Sólo a partir de 1969, Benedetti pudo vivir del periodismo y de sus libros.

La Revolución Cubana, diez años antes, había marcado profundamente su trayectoria. Viajó varias veces a ese país, que fue también uno de los destinos de su exilio y trabajó en la Casa de las Américas, una influyente institución cultural cubana.

Con la novela La tregua , publicada en 1960, Benedetti adquirió trascendencia internacional: el texto fue llevado al cine por Sergio Renán, traducido a 19 idiomas y también adaptado para radio, teatro y televisión. La película fue candidata al Oscar en Hollywood como mejor film extranjero.

En 1973, tras el golpe militar en Uruguay, debió abandonar su país, al que regresaría diez años más tarde. La Argentina, Perú, Cuba y España fueron las estaciones sucesivas de su exilio, del que regresó, como dijo alguna vez, transformado y dispuesto a vivir años que llamó de "desexilio". En una conversación con el escritor Juan Cruz, publicada en el diario El País, Benedetti dijo: " La experiencia del exilio me convirtió en otra persona, más alerta, más enterada del mundo".

A su regreso, fue miembro del consejo editorial de la revista Brecha y comenzó a recibir una sucesión de premios literarios internacionales, doctorados honoris causa en España y en Cuba, homenajes, encuentros masivos y atención mediática. Recibió sucesivamente los premios Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Iberoamericano José Martí y Menéndez y Pelayo, en mérito a su valiosa obra poética. El próximo miércoles iba a recibir un homenaje por su trayectoria en el Centro Cultural de España, en Montevideo.

Sus obras

En los últimos años, Benedetti repartía su residencia entre España y Uruguay, donde, finalmente, se instaló después del fallecimiento de su esposa, en abril de 2006.

Montevideanos (1959), Recuerdos olvidados (1988) y El porvenir de mi pasado (2003) fueron algunos de sus volúmenes de cuentos. Entre sus novelas, se destacan Gracias por el fuego (1965), Primavera con una esquina rota (1982), La borra del café (1992) y Andamios (1996). Su obra poética es extensa: Inventario uno (1963), dos (1994) y tres (2003), Quemar las naves (1969), Viento del exilio (1981), Las soledades de Babel (1991), El mundo que respiro (2001), Memoria y esperanza (2004), Canciones del que no canta (2006) están entre sus libros más celebrados.

Benedetti, que se consideraba "un poeta que, además, escribe cuentos y novelas", creía que la poesía era "un desahogo de la intimidad que alude, sin quererlo, a la del lector. En la poesía se da un intercambio de intimidad a intimidad", como dijo a LA NACION en 2001.

"No escribo para el lector que vendrá, sino para el que está aquí, poco menos que leyendo el texto sobre mi hombro", escribió, y sintetizó, quizás involuntariamente, el núcleo de su poesía y su prosa: el lenguaje accesible, la sencillez sintáctica, la experiencia universal del amor, el olvido, la resistencia, el tedio, la soledad, la plenitud.

"Cuando me entierren por favor / no se olviden de mi bolígrafo", escribió Benedetti en Rincón de haikus , un libro de poemas de rígida métrica japonesa que publicó en 1998. Su atea concepción de la vida ("Yo creo en un dios personal, que es la conciencia") incluía un tiempo y un espacio para, por fin sin interrupciones mundanas, dedicarse solamente a escribir.

Testimonios

JOSE SARAMAGO
Novelista y premio Nobel

"Siempre quedaba esa ingenuidad que es pensar que lo inevitable se puede posponer. Pero no se puede y, cuando llega, como acaba de llegar para Mario Benedetti, es muy duro. La ingenuidad no ha sido posible."

ANA MARIA SHUA
Cuentista y novelista

"A su poesía nunca se le perdonó que lograra tanta popularidad. Quizá fue el último gran poeta popular. Brilló en todos los géneros. Era un escritor y una persona entrañable. En sus lectores despertaba la emoción y la ternura."

MARIA ROSA LOJO
Novelista y crítica

"Es el autor de una obra muy vasta, en narrativa, poesía y ensayo, e incluso teatro. Creo que los argentinos lo asociaremos siempre con La tregua , que dio origen a una película tan emblemática como la novela misma."

HORACIO SALAS
Poeta

"No fue -sin duda- un vanguardista. Tampoco lo buscó. Los círculos intelectuales lo cuestionaron y lo cuestionan. Pero la gente, de manera multitudinaria, lo entendió, lo hizo suyo. No buscaba otra cosa. Alcanzó su objetivo. Qué duda cabe."

HECTOR TIZON
Novelista y poeta

"Benedetti deja un legado muy valioso. Siempre fue un escritor muy fiel a lo que realmente sentía. Lo conocí hace muchos años y lo encontré por primera vez en Madrid, durante mi exilio. Su muerte me dolió mucho."

MAURICIO ROSENCOFF
Dramaturgo

"Toda su literatura fue una afirmación de la identidad nacional. Benedetti fue un hombre sencillo, comprometido, solidario, un compañero del alma. Quiero destacar su integridad, transparencia y bondad."

JOSE NUN
Secretario de cultura

"Nunca más cierto que en este caso aquello de que algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Mario Benedetti era un gran escritor multifacético y un defensor inclaudicable de los derechos humanos y de las causas nobles."

Lunes 18/05/2009

Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/

Se ha ido uno de los más prolíficos escritores del continente: Mario Benedetti

Mario Benedetti en el inventario de nuestro corazón.

Cuelgo tres poemas de Mario Benedetti quien a decir de Mauricio Rosencof, escritor y amigo personal de Benedetti, a la agencia AFP subrayó lo siguiente: "Se nos ha ido un referente, no solo de la literatura sino de nuestra identidad, y por sobre todas las cosas un gran hombre y un gran amigo".


Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Hagamos un trato

Compañera
usted sabe
que puede contar conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted

es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Yo no te pido

Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.

Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar
sólo te pido que tú quieras
las palomas que suelo mirar.

De lo pasado no lo voy a negar
el futuro algún día llegará
y del presente
qué le importa a la gente
si es que siempre van a hablar.

Sigue llenando este minuto
de razones para respirar
no me complazcas no te niegues
no hables por hablar.

Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.

La humana voz de Mario Benedetti

Mario Benedetti, un querido poeta comprometido.

Mario Benedetti nació el 14 de setiembre de 1920 en Paso de los Toros (Uruguay). Falleció a los 88 años (17 de mayo), fue ante todo un poeta militante de izquierda.

Después de radicar en su ciudad natal, sus padres se trasladaron a Tacuarembó y luego a Montevideo. A los cuatro años (1928), inició sus estudios primarios en el “Colegio Alemán” de Montevideo, de donde fue retirado y pasó al “Liceo Miranda”. Enseguida estudió en la “Escuela Raumsólica de Logosofía”. Sus estudios secundarios los realizó en el “Liceo Miranda” y de modo informal.

Entre 1938 a 1941 radicó en Buenos Aires, en 1945 ingresó al equipo de redacción del semanario “Marcha”, donde permaneció hasta 1974, año en que fue clausurado por el gobierno de Juan María Bordaberry. Desde entonces, se convirtió en un poeta exiliado habiendo radicado en el Perú. Finalmente, decidió vivir en España, donde escribió lo mejor de su literatura.

Para Benedetti escribir y ser un activista intelectual era lo mismo; es decir, crear y al mismo tiempo pensar en modificar la realidad, por eso dijo: “No creo que haya en esto una contradicción, porque la política es también una forma del amor (aunque no viceversa). Hay que aventar cierta mentirosa imagen que suele presentar al luchador político como un ser tan riguroso en su disciplina, que es incapaz de amar como cualquier hijo de vecina, e incluso a la hija del vecino, sobre todo si está bien de piernas e ideología. El amor no es un artículo suntuario, sino una necesidad vital del ser humano. Y no pensamos avergonzarnos de semejante realismo”.

Laboró como crítico de teatro y fue codirector de la página literaria semanal Al pie de las letras en el diario “La mañana”, derrochó humor en la revista “Peloduro”, escribió crítica de cine en “La Tribuna Popular”. Regresó a Cuba y participó como jurado del concurso Casa de las Américas, viajó a México y participó en el II Congreso Latinoamericano de Escritores.

Escritor fecundo, su universo literario abarca varios géneros como cuento, ensayo, crónica literaria, novela, sus más importantes libros de poesía son: El mundo que respiro (2001), Insomnios y duermevelas (2002), Inventario tres (2003), Existir todavía (2003), Defensa propia (2004), Memoria y esperanza (2004), Adioses y bienvenidas (2005), Canciones del que no canta (2006), Testigo de uno mismo (2008).

DETALLE:
Con los miembros del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, en 1971 fundó el Movimiento de Independientes 26 de Marzo, agrupación que pasó a formar la izquierda uruguaya.

sábado, 16 de mayo de 2009

Ensayo: La poesía de Javier Heraud por Enrique Verástegui

El maestro Enrique Verástegui orando en poesía

Este artículo debió de publicarse el día de ayer. Lastimosamente, por "x circunstancias", no se pudo colgar a tiempo. Ahora, con el permiso del autor de “Los Extramuros del Mundo” y demás libros y versos memorables, me permito difundir este hermoso ensayo –dialéctico-, sobre la poética de Javier Heraud.

Así, vendrán hacia nosotros las palabras de Enrique Verástegui, con esa luz y sabiduría que lo caracteriza, y lo ha caracterizado, por siempre.

Dejo constancia que todo esto se hace como una especie de Homenaje y tributo al autor de “El río”, a 46 años de su temprana muerte, trágica y lamentable.


ENSAYO: LA POESÍA DE JAVIER HERAUD

Por: Enrique Verástegui


Ahora debe de ser, Juan, empuña tu fúsil,
Pedro, coge tú la treinta.
Ahora hablaremos con las armas.
(Boletín del Ejército de Liberación Nacional)

I.- El río: “A veces soy/ tierno/ y bondadoso”.

La poesía de Javier Heraud tiene, entre muchas, una característica que una vez leída nos la vuelve imprescindible: una capacidad de emocionarnos, de hacer aflorar nuestras simpatías por la obra de alguien –puede o no importarnos que ese alguien eligiera, quizá para expresar en la historia la verdad de su vocación literaria, el destino de un destacamento guerrillero y que en la guerrilla muriera- que, tal como nos muestra su obra, era ante todo un poeta y un hombre de letras. Como Byron, aunque inglés, que cayó combatiendo por la libertad de Grecia, Heraud se planteó en su poesía la relación entre vida y muerte y una resolución más amplia en su toma de partida que fue, finalmente, la previa inmolación de sus todavía escasos 21 años. Como Leopardi, la poesía de Heraud nos conduce a la nostalgia y a la adolescencia, a una idea de nación (de patria, de pueblo) que, excepto en casos donde la persona del poeta ha podido realizar la ecuación perfecta de vida y obra, es muy difícil encontrar en nuestra historia contemporánea. Mariano Melgar, ciertamente, se inmoló en la guerra contra el colonialismo español y sus poemas (que para Mariátegui basaban su trascendencia en el uso de la “sintaxis callejera”) forman hoy parte de nuestro patrimonio cotidiano, como antes lo fue y continúa siéndolo la obra del nicaragüense Leonel Rugama. Todos estos poetas tienen el siglo de lo iluminado, en su sentido más pleno y menos jerárquico, a la vez que en ellos podemos identificar a la estética como ética y a la reversión de esta ética (este obrar, diríamos) como estética. El sentido de lo absoluto en la obra de Heraud es la ética, su sentido relativo –que es base de lo absoluto y que es lo que después de todo nos concierne pues es en el hecho concreto donde realmente vivimos- no es otro que la estética, esto es: la coherencia de la aprehensión y la transformación del mundo. En esta estética debemos hallar el origen de la elección de la guerrilla en Heraud y la fundamentación de la guerrilla –“método”- como lo definió el Che Guevara ha de partir, entre muchas otras cosas, de la verdad de su estética que es lo que ha de permitir –como guerrilla y método de lucha en la lucha de clases- un máximo de conciencia en la visión de mundo del poeta.

En su primer libro: El río, Heraud es claro y toma partido –tenía entonces sólo 18 años- por la ideología comunista:

Mi cuarto es el
de todos,
es decir,
con su
lamparín que
me permite reír
al lado de Vallejo,
que me permite ver
la luz eterna de
Neruda.


Mejor testimonio que este –mejor partida de nacimiento para un hombre que de la teoría de pasar dos años después a la acción guerrillera- no podemos encontrar. Una asunción en el destino de su vida sólo podía realizarse sobre la base del valor de la ternura: de un lado, una sociedad envejecida, imagen misma del odio; y del otro, la posibilidad de renovar esta sociedad a través de la poesía (imagen de ternura). Sin embargo, en la contradicción de estas imágenes se desencadena el mundo del caos –un caos que se agita en las urbes contemporáneas- y que, entonces, como dice Marx, es necesario criticar: las armas de la crítica se transforman en crítica de las armas. Un hombre deja la escritura, y toma las armas, aunque previamente se ha elaborado ya una imagen del mundo que desea:

Mi cuarto, en
fin,
es una
manzana,
con sus libros,
sus papeles,
conmigo,
con su
corazón.


Una sola frase, algunos versos: el contenido (que se expresa como una metáfora encabalgativa) se constituye aquí como imagen de una tranquilidad deseada como reflejo universal. El poeta que posee esa tranquilidad no la desea, sin embargo, sólo para sí: la busca para todo el mundo. Son palabras sencillas: sin embargo, nos conmueven. Su misterio reside en el valor emotivo que su poesía trascienda en las palabras: “En las montañas o el mar/ sentirme solo aire, viento, / árbol, cosecha estéril./ Sonrisa, rostro, cielo y/ silencio, en el Sur, o en el Este, o en el nacimiento/ de un nuevo río”. Imagen de una poesía sencilla, su complejidad se nos presenta entonces en la forma de la riqueza de su mundo interior.

Su sencillez es su mejor valor y es, también, nuestra riqueza.

II.- El viaje: “todo podría negarlo/ ahora”.

Si en su primer libro Heraud refleja el mundo de su propia intimidad, pero como una intimidad positiva – “Yo soy el río que canta/ al mediodía y a los/ hombres”- donde todo es dicha y candor, donde el mundo (la naturaleza: un signo necesariamente positivo, la base de su materialismo) existe como verdad empírica, aunque aún no todavía como verdad abstracta, en su siguiente libro: El viaje, el asombro de su sensibilidad juvenil empezará a diferenciar lo positivo de lo natural con el mundo del trabajo en su relación a la naturaleza –“los barcos naufragaba/ tarde y noche”- e incluso a sí mismo: “los trenes aún/ pesaban sus rieles”.
Entre una y otra imagen: la de su primer y siguiente libro, el poeta toma conciencia de sí (y de sus semejantes) como ser activo.
Su identidad a la vez que se ha enriquecido se ha vuelto compleja.
El tiempo (signo del que el río no es sino su metáfora bucólica), es también, lo que se produce en él: lo mismo un espacio que la obra levantada en ese espacio.
Esa obra puede ser el elemento activo de la socialidad pero puede tener un signo contrario: la sociedad –“... mi casa muerta”- puede no necesariamente ser lo que se ha encontrado como lo mejor. En ella sólo pervive lo único valioso: el hombre, su corazón. El resto sólo es el objeto posible de transformar por el hombre. En realidad sólo es posible comprobar un hecho: que nada existe fuera de nosotros y que el hombre es el mundo –una imagen de futuro en el mundo-. El tiempo es un río: el hombre, que habita un espacio, es el tiempo que se niega a sí mismo: “procedo a recoger/ mis cosas nuevas, procedo a reclamar/ papeles viejos”. Un tiempo sin historia –un tiempo no aquí a la muerte”-. El mismo poeta ha elegido un destino de lucha total y se aleja porque se ha vuelto imposible ya toda adecuación entre sensibilidad y sociedad empírica: “pero es que en mi corazón/ no cabían ya más flores,/ en mi corazón no entraba/ ya el duro secreto de la vida”, y porque se hace necesario transformar en realidad lo que en su poesía opera como un proyecto. Queda sin embargo, la obra que concebida como pura conciencia antes de transformarse el poeta en un hombre de acción expresara siempre un sentido a las cosas: “es difícil dejar todo/ pálidos arbustos/ cubren el corazón/ de odio,/ y arrancar es siempre/ dejar algo,/ un hueco,/ una raíz fina”. El poeta es sólo una vida que al alejarse nos deja el vacío de su ausencia, su tristeza es también una premonición de su acción guerrillera:


No tuve miedo
de la muerte,
no pude sembrar
el amor como
quería,
recogí algunas
frutas caídas
y supuse que
al final moriría
alguna tarde
entre pájaros
y árboles.

III.- Estación reunida: “rehacer todo”.

Toda la obra de Heraud se produce como conciencia de que el transcurso de la vida no es necesariamente lo que refleja a la vida: su obra es un caminar hacia la asunción de esta conciencia –“Nos prometieron la felicidad/ y hasta ahora nada nos han dado” (primeros versos de Estación Reunida)- como práctica histórica y la decepción que le produce una sociedad envejecida precisa en él un nuevo elemento: la cólera. Su cuestionarse un tipo de vida:

¿Para qué cosechar y cosechar si
luego nos quitarán el maíz,
el trigo, las flores y los frutos?


bajo la forma de las metáforas que implican la alienación del trabajo del hombre –el producto del trabajo es rapiñado por un sistema inhumano- necesariamente expresa ya la conciencia del poeta. Sin embargo, la conciencia es un factor subjetivo que forma parte del mundo concreto pero no es necesariamente la practica que redefine a ese mundo: la practica es una acción concreta que, en Heraud, asumirá su forma más alta a través de su acción guerrillera. El paso de lo literario a lo político se opera en nuestro poeta como una vuelta al signo naturaleza, aunque ya no concebida como elemento pasivo, sino activo –del que el propio hombre es su ser primordial-, que a su vez permanece en contradicción con el modo productivo impuesto sobre ella (la naturaleza entendida a su vez como patria). El tiempo que no ha perdido su carácter positivo adquiere su sentido hegeliano negativo (“destrucción de las sombras e inicio de los días”) pero sólo porque así puede asumirse como un tipo de construcción superior: el hombre es lo que siembra, su cosecha será la conciencia de su practica. Su futuro será lo que mejor refleje el deseo del ser social que ha soñado para sí: “Para tener un poco de descanso no/ queremos escapar las promesas y/ los ruegos:/ tendremos que llegar al mismo/ nacimiento del camino, rehacer todo,/ volver con pasos lentos desparramando/ lluvias por los campos,/ sembrando trigo con las manos”. El mundo concebido como belleza no es necesariamente el mundo de la practica:


¡Oh! alabanza del aire y de los sueños:
¡nosotros dormimos y el mundo
muere alrededor cubierto de rocío!


porque sin ser inactiva la belleza implica el grado supremo de una eticidad que la practica del mundo, al menos en su versión prosaica, prefiere desconocer. Por eso Heraud precisa:

¡Dormimos y en el sueño morimos
cada tarde y cada noche al son
de los pájaros y los árboles!


Una belleza que es necesaria transferir al mundo circundante: el despertar será la belleza –el arte no es sino los sueños que el hombre elabora en su nostalgia que puede situar en el pasado, o en el futuro- pero que concebida como practica tomará la forma de una crítica positiva.

Construir palabras como
troncos, no implorar ni
gemir sino acabar,
terminará a golpes con la tierra muerta.


La belleza, para Heraud, es nostalgia de un tiempo que fluye: “y devuélvela a mis ojos,/ su eterno origen!” (dice refiriéndose a la “¡Sombra de mi cuerpo,/ años como sueños”). Esa belleza es, desde luego, su poesía, pero lo es porque nos refleja una conciencia activa: al oponer la actividad como contrario al signo del descanso –un signo que se reitera en muchas de sus páginas-, el poeta (“alabanza de los sueños y destrucción de las sombras”) indaga por lo que constituye al mundo, y a la sociedad, como tales:


¡Oh! tiempo gastado y viejo,
inútil para satisfacer
nuestros anhelos,
nuestras ansias,


pero cuestiona el sentido del tiempo porque un ansia superior lo impulsa a buscar lo que constituye el ser del artista: el ansia de inmensidad, el ansia de la eternidad (“pero aún el tiempo/ no es suficiente para/ calmar/ nuestros deseos de viajar y conocer pueblos, tierras,/ casas, ciudades, ríos,/ cada hierba, cada libro”). Una eternidad que se transfigura en cada cosa que vemos y de la que necesariamente la cultura es un elemento tan conciente como activo, aunque la naturaleza de la cultura sea contradictoria porque en ella -como en la practica de la poesía- operan fuerzas que pugnan por darle un sentido a la vida. Así, cuando un determinado sistema envejece surge una forma nueva que lo reemplaza:


Reniego de las noches, de las lunas,
desprecio los llamados subterráneos
me despido de los sueños y las mujeres
y de un solo tajo acabo para siempre
con esta poesía.



Esa poesía a la que quisiera destruir (y con razón, decimos) es la de un sistema formal envejecida que no se corresponde a la socialidad que el poeta representa en el orden de un cambio en la superficie, pero no en su estructura, del tiempo del poeta (la burguesía, entonces, comienzos de los años 60, empezaba a enfrentarse tímidamente a la oligarquía y la desplazaba del gobierno, aunque no todavía del poder). Se plantea una nueva meta: “Hacia/ las blancas montañas/ que me esperan/ debo viajar nuevamente” –las antiguas, en el orden poético, eran las de una retórica insufrible- y hacia allí se dirige para poder plantear, en una mejor perspectiva, la sencillez de su lenguaje. Entonces su destino ya está decidido y su poesía será la conciencia de su tiempo:


Si tuviera una espada
blanca y dura,
cortaría en dos
las hojas del tiempo derramado
y hundiría entre mis
brazos siempre armados,
el verano seco y pegajoso.



Carmen Luz Bejarano y Javier Heraud en una foto del recuerdo

Nota:
- Este ensayo apareció en "Variedades”.
- Así mismo se publicó en la revista “Cronopios” Nº 2 y 3, Lima, 1988.

*Agradezco, de antemano, la gentileza del poeta Raúl Heraud por haberme permitido acceder a dicho texto. De igual forma al gran poeta peruano Enrique Verástegui, por habernos regalado este fenomenal ensayo que nos con-mueve el co-razón.

viernes, 15 de mayo de 2009

¿Qué se ha dicho de Javier Heraud? por Erick Braga

Javier Heraud
SIEMPRE PRESENTE

Hace dos días atrás recibí este artículo, de por sí, muy interesante sobre la figura de Javier Heraud. Qué mejor que colgarlo recordando quién fue y cómo murió este gran poeta revolucionario del Perú.


¿Qué se ha dicho de Javier Heraud?

Por. Erick Braga.

*En vísperas a los 46 años de la muerte del joven poeta Javier Heraud (cuya exhumación de sus huesos del antiguo cementerio de Puerto Maldonado se hizo en el 2008 en el más completo silencio) uno no puede dejar de pensar en el valor de la vida en contradicción a la muerte y el más alto significado de dar la vida por un ideal, una causa, una intensión, cuya supremacía es luchar por la liberación del ser humano, el bienestar común y la construcción de una nueva sociedad…

Es inevitable pensar en un hombre cuya valentía y coraje fue superior a todos los obstáculos, las posibilidades de grandeza y éxito personal que todo joven aspira a los 21 años… ¿Sabía él que tarde ó temprano encontraría la muerte en cualquier rincón del mundo “Entre pájaros y árboles”?... ¿sabía él que su nombre surcaría los cielos “como una espada el aire”?…

Hoy sabemos nosotros que la exhumación de sus huesos se realizo de la forma más discreta y bajo la sombra del temor a su memoria…Sabemos también que para nadie es un secreto que hombres de la talla de Javier Heraud son un peligro para quienes temen que su nombre sea recordado como se merece recordar a todo revolucionario que dio su sangre y su vida por tratar de cambiar la realidad en la que hasta ahora vivimos…

¿Qué se ha dicho de Javier Heraud al respecto? El año pasado pocos compañeros escribieron rápidamente algunas notas refiriendo su rechazo a la forma como se trataba de acallar la voz de aquel poeta que no solo supo hacer poesía, sino acción y pensamiento, pensamiento y acción, ambos elementos unidos indisolublemente en la conciencia, la fuerza y el coraje de un valeroso joven de 21 años que dejando las modestas comodidades de su familia se unió a la causa de la revolución cubana.

Viajo por las accidentadas rutas del Perú y la Amazonía Peruana – Madre de Dios, encontrando la muerte en su intento de llegar a Bolivia, se piensa al encuentro y la llegada del comandante Ernesto Che Guevara.

Recojo versiones de algunos pobladores antiguos de Puerto Maldonado quienes me cuentan que fue atacado él y sus demás compañeros al momento que trataba de buscar un lugar de descanso en horas de la noche, hasta ahora existe el hostal Chávez una casa rustica de madera, punto exacto donde se inicio toda la escaramuza contra alguien que de la forma más pacifica busco alojarse y posteriormente llegar a otro lugar…

Su destino se vio interrumpido por la traición de algunos “felipillos de Puerto Maldonado” y la muerte a manos de las fuerzas represivas del “orden”…Hoy observo el Hostal Chávez donde un día antes de su muerte se alistaba para pasar la noche, humilde hostal que pasa por desapercibido en tanto de ayer hasta ahora Puerto Maldonado ha ido cambiando de fisonomía…

Pero igual la memoria de Javier Heraud para muchos sigue presente, conocí hace poco el antiguo sepulcro de Javier Heraud ubicado a pocos minutos del “Hotel Cabaña Quinta” propiedad de quien se dice le pego el ultimo tiro a Javier Heraud, mediante una carabina y con cartuchos de cacería de animales, mientras intentaba cruzar el río Madre de Dios. (¿?)

Recojo datos de la balacera que se armo por las calles de Puerto Maldonado, de la forma en que fue apresado injustamente y del último tiroteo que se armo en la misma comisaría, horas antes de su muerte al cruzar el río Madre de Dios, en fin todos son datos sueltos con los cuales abra que ir armando una pequeña crónica sobre alguien que vivió y murió fiel a su ideal…

Javier Heraud no solo fue un gran poeta, uno de los más representativos e influyentes sobre los jóvenes de su época, fue además un joven revolucionario, ejemplo y guía para nuestra generación y las generaciones venideras…

Javier Heraud nos lego su palabra hecha acción, su acción hecho verbo y su sangre sembrada en tierras amazónicas para fecundar los nuevos campos del conocimiento y la acción transformadora, para que esta y las nuevas generaciones sigan luchando día a día por construir y conquistar el alba de un nuevo amanecer…

Javier Heraud vive: Querrán matar su nombre, exhumar sus huesos, limpiar el polvo, las cenizas y las huellas que dejo en tierra Amazónica, más su ejemplo seguirá vivo, mucho más ahora cuando nos llegan noticias de todas partes que nuestros hermanos indígenas, campesinos, obreros, estudiantes, artistas e intelectuales que avanzan junto al pueblo en la gran marcha que nos conduce hacia aquel gran ideal que Javier Heraud paso a representar con su vida y su muerte…

Viva Javier Heraud, es nuestro compromiso mantener encendida la luz y el camino que supo forjar con su entrega a la revolución y a la más fecunda poesía que hoy surca y baja por las venas abiertas de la Amazonía Peruana…”Ríos ocultos e infinitos que se abren paso hacia el mar en un abrazo con el sol más radiante de un nuevo amanecer”

¡¡¡ Hasta la victoria siempre…Patria ó muerte… vida y socialismo!!!

Puerto Maldonado, 05 de Mayo del 2009.

*Javier Heraud murió el 15 de Mayo de 1963 a los 21 años de edad. Retornaba al Perú como integrante del Ejército de Liberación Nacional y fue abaleado en medio del Río Madre de Dios, frente a la ciudad de Puerto Maldonado.

Fuente:


ERICK RAY BRAGA RAMIREZ
PUERTO MALDONADO – MADRE DE DIOS, PERÛ
RESUMEN:
Profesional Forestal con una amplia experiencia laboral. Académicamente orientado a la problemática social, el trabajo comunal, la investigación, manejo, y aprovechamiento sostenible, transformación industrial y defensa de los recursos naturales en pro del desarrollo social y productivo de nuestro país; Asistencia y capacitación en diversos ejes temáticos sociales y productivos.
Email: Pucahuayruro@yahoo.es

LAS PUAS Y LA INOCENCIA DE RELATAR LA SOLEDAD por Raúl Jurado Párraga


Charly Martínez Toledo (Lima 1984) acaba de iniciar su propuesta narrativa con un breve libro: Las púas y otros cuentos, Arteidea, 2009. Libro de una concisión minimalista en la forma de narrar. Cuatro cuentos escritos desde la inocencia inicial de saber contar historias aun cometiendo pequeños errores de cohesión narrativa. Por otro lado, el uso desmedido de construcciones enunciativas que se pudieron evitarse y que le quitan al conjunto de los cuentos cierta fluidez. Por ejemplo: "bigote mostacho”, “La novel bruja” “ampollas costrosas” “Parco velatorio” “gélido beso”, “limpio y acicalado”, “fragancia embriagadora” Pero al margen, de estas disquisiciones hay dos cuentos “redondos”: "Vidas destruidas" y "Yo maté a Arquímedes" donde se nota el pulso narrativo de Martínez . Astrid la morena de ojos café, sensual cerquillo es la imagen de la libertad y la fiesta mientras que el otro “masculino” es la imagen de la derrota, la marginación y la derrota. Martínez se muestra como un narrador cuya predilección por lo mórbido, lo marginal, lo sádico, lo soledoso del ser humano ( Pedro, Honoraldo, Patricia, y el anónimo narrador del cuarto cuento ) lo coloca como un narrador que expande una marca interesante de un espacio poco trajinado en la última narrativa peruana. Adelante y dos más por Charly...

martes, 12 de mayo de 2009

Alabanza del libro por César Hildebrandt


Alabanza del libro

Hay un ingenio electrónico que por ahora se llama Amazon Kindle 2 y que pretende ser la página de un libro.

De libro, nada. Es un estuche helado que te venden con una biblioteca “clásica” incorporada: 1,500 libros que algún angloparlante trepador habrá considerado “imprescindibles”, pero donde no estarán los libros ermitaños que descubriste en una librería de viejo, los libros infames que compraste para enriquecer tu lado oscuro, las cartas de aquel inquisidor portugués, el diario de Gide, el mamotreto de Francisco Delicado, el Cinema de los Sentidos Puros, las elegías inventadas de Xavier Abril, la Historia de la Nada, de Givone.

O sea que te venden la biblioteca que no escogiste, del mismo modo que compraste la casa que no ideaste y de la misma manera que toleras la televisión que no imaginabas o el gobierno por el que no votaste.

¿Y a eso le llaman progreso?

Pues ya me verán, escopeta en mano, mismo “Unabomber” de la lectura táctil, defendiendo los fueros de la arbitrariedad, la soberanía, el individuo y el derecho de escoger.

¿Así que me venden un aparato que finge ser un libro y una biblioteca que aspira a que la adopte? ¿Y todo para leer a Nabokov en una pantalla de cristal líquido, de modo que no puedo subrayar, con el lápiz que me dé la gana, aquello del “cetro del amor”? ¿Así que la civilización consiste en dejar al viejo herrero Gutenberg y permitir que cualquier Bill Gates me diga qué y cómo leo? ¿Así que en vez del sonido del paso de las páginas el parpadeo de la pantalla?

Uno de los pocos sueños que he podido realizar ha sido este modesto sueño de vivir entre libros. Mi casa es una librería con baños, un dormitorio amenazado por los libros, un mundo de papel.

Los libros han significado para mí la multitud de la que siempre huí, las conversaciones en las que no quise estar, los consejos que desdeñé, la sabiduría que quise beber en soledad, los personajes que habría querido ser, las palabras que no se me ocurrieron, los viajes que me perdí, las miserias que me sonaron cerca.

Victor Hugo escribió que algunos tienen bibliotecas así como un eunuco puede tener un harén. Puedo jurar por el Dios del que dudo (y que sé que no nos ama) que ese no es mi caso. No diré que he leído todo lo que tengo. Sí puedo decir que todo lo que tengo (que es muy poco) se lo debo a lo que he leído.

Un libro no es sólo el placer de la lectura. Es también textura, luminosidad del papel, belleza de la tipografía, sabiduría de los márgenes. Y es, sobre todo, vida orgánica. Es decir, capacidad de envejecer.Un Amazon Kindle 2 podrá no lucir flamante pero no puede envejecer. Será constantemente superado por nuevas tecnologías de almacenamiento, pero jamás se amarillará.

Hay libros que se han gastado conmigo. Tienen en sus portadas y en sus páginas huellas de divorcios y mudanzas, heridas de gotera, despatarramientos y hasta desencuadernamientos por haberme quedado dormido sobre sus lomos. Con sus achaques, sus páginas dobladas en las puntas, su humedad y sus ácaros me recuerdan el tiempo transcurrido. Son un reloj coral, testigos ciegos.

Dicen que, en el futuro, 3,500 libros podrán caber en la memoria de uno de esos aparatos novedosos.

No lo dudo. Pienso que eso será perfecto para el minimalismo de lo que vendrá: departamentos estilo Tokio, colmenas-nichos, breves ataúdes surgidos de la falta de agua y la superpoblación. En ese mañana que ojalá no se cumpla sí será bueno que la biblioteca de un lector repose en la mesa de noche, junto al despertador.

Mientras tanto, nada como los libros.

¿Que la industria editorial vive de la pulpa del papel y ésta viene de los diezmados bosques?

Bueno, los libros no tienen la culpa de que la industria editorial publique, con cada vez más entusiasmo, toneladas de estupideces. Y, además, en estos tiempos de reciclaje el argumento de los bosques tiende a ser menos dramático.

En todo caso, hace miles de años unos simios ambiciosos y laríngeos bajaron de los árboles para empezar la aventura de ser hombres. No lo fueron primitivamente hasta que no domesticaron algunos cultivos. No lo hubieran sido más tarde de no haber inventado la escritura y el modo de reproducirla. El viaje fue de los bosques al libro, al puerto de los libros.

12/05/2009

Fuente:
http://www.diariolaprimeraperu.com/


lunes, 11 de mayo de 2009

Presentación de "Las púas y otros cuentos" este 13 de mayo en el Club Departamental Puno


Este 13 de mayo en el Club Departamental Puno se presentará el libro de cuentos del joven narrador Charly Martínez Toledo. Están todos invitados. Los comentarios correrán a cuenta del narrador Fernando Carrasco y el poeta Michael Jímenez Melchor. No se olviden, la cita empieza a las 7 y 30 pm. Se agradece su asistencia.

Un poema de Carlos Oquendo de Amat: Madre (para todas las madres)

MADRE

Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas

mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde
aquí distante

un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura
a tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso

entre ti y el horizonte
mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos
porque ante ti callan las rosas y la canción

Carlos Oquendo de Amat
Poeta peruano - Puno

Un poema de Arraby Oflunra: "MIS BESOS"


"MIS BESOS"

Anhelo que mis besos
Se adhieran en tu piel
Para que me poseas siempre
Y jamás me olvides.

Ambiciono que mis besos
Ardan en tus labios
Para que me tengas presente
Que como ellos otros no existen.

Antojo que mis besos
Motiven en tu memoria
El recuerdo de jadeos y suspiros
Cuando estás a mi lado.

Aspiro que mis besos
Nunca mueran
Porque vives por ellos
Y yo… para dedicártelos.

Presentación de poemario "Marea de Sombras Azules" este 14 de mayo



Este jueves 14 de mayo se presenta el poemario "Marea de sombras azules", del poeta Teófilo Villacorta Cahuide.

Lugar : auditorio CAFAE-SE , Av. Arequipa 2985, San Isidro.
Hora: 7:30pm.

Presentan:

Domingo de Ramos
José Luis Ayala
Ricardo Ayllón

Estamos todos invitados.

Homenaje a Juan Cartlos Onetti: 14 - 15 de mayo, 7 pm en el Centro Cultural de España


sábado, 9 de mayo de 2009

Carson McCullers y la iluminación por Vlady Kociancich

Ráfagas de visión le revelaban a la escritora estadounidense el mundo de una novela o un relato. Esos instantes de poética lucidez le permitían recrear, a menudo, episodios de una vida dramática que enfrentó con entereza.

Por Vlady Kociancich

Hay cuentos que arraigan en la memoria solitariamente. Los años se llevan consigo el título, el nombre del autor, la pertenencia al libro que lo incluía, junto con detalles menores del escenario en que trascurre y, poco a poco, sus señas de identidad, quién lo escribió, dónde y cuándo, van perdiendo importancia hasta que ese relato se suelta por completo de un ámbito, ya es un vagabundo que ronda entre otras lecturas, anónimo pero nunca olvidado.

Tuve esta experiencia bastante común y siempre incómoda con un cuento de Carson McCullers. Es la historia de un hombre casado y con dos hijos, que regresa a su casa después de un largo día de trabajo, preocupado por el alcoholismo de su esposa, y la encuentra borracha, ella en su cuarto, los chicos abandonados a juegos peligrosos en el living. El hombre se ocupa de sus hijos, luego de la mujer que baja del dormitorio tambaleándose, que aterra a los chicos con su ebriedad y sus insultos; al fin, logra calmarla y acostarla de nuevo. Mientras tanto, su resignación inicial se ha convertido en odio. En mi recuerdo del relato, la imagen más vívida y amarga era la del hombre ordenando la ropa interior que la joven esposa había amontonado en una silla. Un corpiño de seda en la mano, el marido la miraba dormir con desgarradora ternura, el odio desvaneciéndose en la contemplación del sueño de ese cuerpo que amaba. Pero el impacto de emoción que me produjo la escena surgía de la escritura, del estilo preciso y contundente del párrafo que cierra el cuento:

Con cuidado, para que Emily no se despertara, se deslizó en la cama. A la luz de la luna miró por última vez a su mujer. Sus manos buscaron la carne inmediata y la pena igualó al deseo en la inmensa complejidad del amor.

Todo gran escritor, aunque hayamos leído su obra apasionadamente, siempre nos reserva una sorpresa. Encontré mi sorpresa en la reciente publicación de El aliento del cielo , un volumen con prólogo y notas de Rodrigo Fresán, que recoge los cuentos completos y tres novelas de Carson McCullers: La balada del café triste, Reflejos en un ojo dorado y Frankie y la boda . Ahí estaba, identificado después de mucho tiempo, bajo un título insípido que casi obliga a pasarlo por alto -"Dilema doméstico"- aquel relato sombrío y magistral de un matrimonio hecho pedazos. Otro bochorno me esperaba. Quizá por el hartazgo de ignorar el nombre del autor, se lo había atribuido a Raymond Chandler, pensando que podría tratarse de uno de la veintena de relatos que Chandler escribió antes de lanzarse de lleno a la novela policial. Una filiación no del todo insensata. Como en "Una pareja de escritores" de Chandler, había un fondo común en el tratamiento del tema: el desencanto y la nostalgia, el realismo de los detalles, la economía del lenguaje. Pero sobre todo, la malignidad del alcohol, el eterno invitado a esa fiesta móvil de la literatura norteamericana que brilló entre los años treinta y los sesenta con inigualable fulgor. William Faulkner, Tennessee Williams, Scott Fitzgerald, Eugene O´Neill, Katherine Ann Porter, John Cheever, Raymond Carver, la lista es interminable. En esa lista irrumpió, para ubicarse con una primera novela entre los primeros lugares, una muchacha del sur de los Estados Unidos. La muchacha se llamaba Lula Carson Smith y tenía veintidós años. La novela que la consagró era El corazón es un cazador solitario.

Un corazón hipotecado

Lula Carson Smith nació en 1917, en Columbus, Georgia. Fue la mayor de tres hermanos y sin embargo adquirió para la familia una condición de hija única que nunca perdería, ese estado de privilegio que concentra toda la atención de los padres en un solo niño pero que a la vez inyecta una conciencia de soledad no natural, un aislamiento que termina por proyectarse al mundo y buscar como sea el contacto del otro, un hambre de amor de cualquier suerte. Hambre insaciable que Carson McCullers trasmitiría a toda su obra y todos sus personajes en infinidad de matices. Dos circunstancias establecieron y consolidaron la idea de que nunca sería igual a nadie: su precocidad primero y después la grave enfermedad que contrajo en la adolescencia, una fiebre reumática que la torturó sistemáticamente hasta su muerte, en 1967.

El genio que su madre decía haber detectado en ella cuando todavía era un bebé se manifestaba en la música. Tenía seis años cuando se sentó al piano y tocó una pieza entera que sólo había oído en un film. Empezó a tomar clases y su futuro de concertista parecía definirse. Tanto, que a los trece decidió cambiar su nombre, Lula, que detestaba, por Carson. Pero mientras cursaba la escuela secundaria desganadamente, otro interés se atravesó en el camino de la pianista: la literatura. De hecho, como todos los escritores de raza, descubrió la pasión de la lectura antes de preguntarse sobre la posibilidad de escribir. Amaba a Proust y a Flaubert con la misma intensidad de su amor por hombres y mujeres, niños y viejos, burdeles y puestas de sol, barrios negros del Sur, límpidos suburbios del Norte, pueblos áridos y brutales, las marcas literarias de su encrucijada personal entre la vida y la muerte.

Apenas había cumplido diecisiete años cuando siguió al primero de los impulsos de un corazón que demostraría ser imbatible a pesar del cuerpo enfermo en que estaba guardado. Vendió un anillo de esmeraldas que había heredado de su abuela y partió a Nueva York con la excusa de estudiar música aunque ya decidida a anotarse en materias de literatura. Como en sus libros, ese impulso mayor del corazón terminó en desastre: recién llegada a la ciudad perdió todo su dinero en el subte. Pero no se volvió a Georgia. Trabajó en lo que pudo para pagarse los estudios en la Universidad de Columbia mientras escribía los primeros relatos, sorprendentes por la calidad de una escritura en que se lee no sólo el material tomado de su vida hasta el momento (la música, los personajes solitarios y excéntricos, las preocupaciones intelectuales) sino un punto de vista que dará originalidad y grandeza a toda su obra: la falta de mensaje. El amor, la vida, la muerte, el fracaso simplemente son, pero en "su inmensa complejidad".

En 1935 se enamoró de Reeves McCullers, un cabo del ejército que también aspiraba a convertirse en escritor. "Todo lo que escribo me ha sucedido o me sucederá", confesaría ella en sus memorias. No exageraba. "El instante de la hora siguiente", un relato hecho antes de conocer a Reeves, profetiza la tortuosa y larga unión de la autora con su marido y el alcohol; el cuento al que yo le había perdido el rastro, "Dilema doméstico", trascribe la experiencia. Socios para una mutua destrucción, Carson y Reeves McCullers compartían todo: amigos, relaciones extramatrimoniales, bisexualidad, viajes, inquietudes literarias, enfermedades de uno y otro, en una imparable borrachera, en una cadena de crisis que duró veinte años, que incluyó varias separaciones, un divorcio y un nuevo casamiento, y que no se cortó hasta el suicidio de Reeves en París, en 1953. Se amaban, dijo un testigo, con desesperación. Literalmente.

Es difícil no compadecer a Reeves McCullers. Su vida fue un rompecabezas de valientes intentos echados a perder antes de armarse. Estudió seriamente para escribir pero no pasó de proyectos. Fue un soldado distinguido en las batallas más importantes de la Segunda Guerra Mundial pero salió de la carrera militar como de un sueño pasajero. Reconoció el genio de su esposa pero no supo protegerlo. Le cedió su apellido sólo para verlo ensalzado en una fama ajena, en un éxito tan espectacular que a él lo convertía en una mera sombra de Carson. Y sin embargo, este escritor frustrado logró una gota de inmortalidad en las mejores obras de su mujer. La memoria del hombre que amó Carson McCullers dio el patético lirismo del relato "¿Quién ha visto el viento?". De Reeves, Carson oyó la historia de un escándalo sexual en una base militar que convirtió en una espléndida novela corta, Reflejos en un ojo dorado , donde son reflejos de Reeves la atracción reprimida que ejerce un soldado sobre un oficial, la belleza física de uno y la obsesión mortal del otro, el equívoco que inexorablemente conduce a una tragedia. Ausente y luego muerto el marido, el amigo, el compañero de su tránsito por los infiernos del alcohol, la soledad de Carson se recortaría a enamoramientos no correspondidos o vistos con horror, a un asedio grotesco de las personas que necesitaba amar con la misma violencia con que necesitaba la bebida.

El fin la retrató postrada en una cama, mirando fijamente un vaso de whisky con hielo, sin tocarlo.

Ganarse el alma

"La escritura no es sólo mi modo de ganarme la vida; es como me gano mi alma", afirmaba esa mujer que no cesaba de leer y escribir pese al naufragio de su cuerpo en la parálisis de un brazo, en el ahogo de neumonías, mutilado por sucesivas operaciones de una mano, de un pecho con cáncer, de una cadera rota, un cuerpo en su mal tan distante del bien de la imaginación y del talento, que lo consideró un invasor extranjero del territorio más alto que le pertenecía y le hizo frente con sobrehumana indiferencia. Por el contrario, ganarse la vida escribiendo le resultó asombrosamente fácil. La buena suerte también intervino. Le tocó publicar en una época en que los escritores se ganaban el pan vendiendo cuentos a las opulentas revistas como el New Yorker o Harper´s Bazaar , que reclutaban, mediante un pago más que sustancioso, a jóvenes o nuevos autores junto a los consagrados.

McCullers escribió como vivió, peligrosamente, en el sentido de apostarse entera a lo que denominaba "una iluminación", la breve rágafa de segundos en que veía cristalizarse el mundo de una novela, el paisaje de un cuento. No buscaba buenas historias; las llevaba adentro. Historias conmovedoras y profundas en su aparente sencillez, de individuos aislados por un defecto, como en El corazón es un cazador solitario ; farsescas como La balada del café triste , con la mujer gigante enamorada de un enano y la antológica pelea cuerpo a cuerpo de la mujer contra el hombre que le disputa ese amor para vengarse de ella; ríspidas y audaces al límite, como la sordidez de las pasiones que se cruzan entre los cuatro personajes de Reflejos en un ojo dorado ; poéticas como Frankie y la boda , la novela del Sur que pinta la alucinada frontera entre la niñez y la adolescencia de una chica, una "iluminación" concebida con la estructura de una obra teatral, que McCullers y su amigo Tennessee Williams adaptaron para el escenario y que obtuvo un impresionante éxito de crítica y de público. Esas historias, merecidamente, le ganaron el alma que deseaba.

Como su admirado Proust, que sostenía que un verdadero artista no debe arredrarse ante los sentimientos, McCullers usó esa vaga palabra sentimental, alma, para designar el secreto universo de la creación literaria, el toque de una victoria sobre el tiempo que hay en la obra de algunos autores, la suprema neutralidad que borra de la escritura cualquier diferencia establecida a priori por su origen, entre hombres y mujeres, idiomas y nacionalidades, vidas felices e infelices, para darles a cambio una voz poderosa, sin género ni ancla temporal y única a la vez -el estilo-, que nos sigue narrando aunque pasen los años.

Sábado 09.05.2009

Fuente:
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